La bruja que cuidaba a los animales del bosque

La bruja que cuidaba a los animales del bosque

Cuento: “La bruja que cuidaba a los animales del bosque”

En un rincón mágico de México, donde las montañas se encontraban con el cielo y los ríos susurraban secretos a los árboles, había un bosque encantado. Este lugar era hogar de una bruja muy especial llamada Doña Lulú. A diferencia de las brujas que aparecen en los cuentos de miedo, Doña Lulú era conocida por su gran corazón y su amor incondicional por los animales que habitaban en el bosque.

Doña Lulú tenía el cabello canoso como las nubes y unos ojos verdes que brillaban como esmeraldas. Vestía una larga túnica hecha de hojas y flores que recogía en sus paseos, y siempre llevaba consigo una pequeña mochila repleta de hierbas mágicas y dulces que hacía con su propia mano. Su cabaña, construida de troncos de árbol y techada con hojas, estaba rodeada de un jardín florecido que atraía a mariposas de todos los colores.

Cada mañana, al despertar, Doña Lulú se asomaba por la ventana y escuchaba el canto de los pájaros. “¡Buenos días, amigos del aire!”, les saludaba con alegría. Luego, se ponía su sombrero de ala ancha y salía a explorar el bosque, lista para cuidar a sus amigos animales. Desde el más pequeño de los ratones hasta el más majestuoso de los venados, todos la conocían y acudían a ella en busca de ayuda.

Un día, mientras paseaba cerca de un arroyo que brillaba como un espejo, escuchó un llanto débil. “¿Quién está ahí?”, preguntó Doña Lulú con su voz suave y melódica. Al acercarse, descubrió a un pequeño zorro atrapado entre unas ramas espinosas. “¡Ayúdame, por favor!”, sollozó el zorro, que tenía el pelaje de un hermoso color anaranjado.

“¡No te preocupes, pequeño amigo!”, respondió Doña Lulú. Con un movimiento ágil de su mano, susurró una frase mágica y, al instante, las ramas se separaron, liberando al zorro. “¡Eres una bruja increíble!”, exclamó el zorro, mientras sacudía su pelaje. “Mi nombre es Zorrito y siempre estaré en deuda contigo”.

Agradecida, Doña Lulú sonrió y dijo: “No necesitas agradecerme, Zorrito. Ayudarnos unos a otros es lo que nos hace fuertes”. Desde ese día, Zorrito se convirtió en su fiel compañero y juntos exploraban cada rincón del bosque, ayudando a todos los animales que lo necesitaban.

Sin embargo, no todo era paz en el bosque encantado. Un día, un grupo de cazadores llegó al límite del bosque. “¡Vamos a atrapar a esos animales!”, gritó uno de ellos, mostrando su lanza. Doña Lulú y Zorrito, al escuchar el bullicio, supieron que debían actuar rápidamente. “No podemos dejar que eso suceda”, dijo Zorrito con valentía. “¡Necesitamos proteger a nuestros amigos!”

Con ingenio, Doña Lulú decidió usar su magia. Juntos, idearon un plan. Mientras Zorrito corría en círculos alrededor de los cazadores, Doña Lulú utilizó su varita mágica para hacer que los árboles se movieran y formaran un laberinto. “¡Sigan a Zorrito!”, gritaron los cazadores, pero se perdieron en el laberinto de árboles que Doña Lulú había creado.

Al ver que los cazadores estaban desorientados, los animales del bosque comenzaron a unirse. Conejos, ciervos, ardillas y pájaros se acercaron para ayudar. “¡Juntos podemos proteger nuestro hogar!”, animó Doña Lulú. Y así, en una muestra de valentía y unión, los animales comenzaron a hacer ruido, creando un sonido ensordecedor que ahuyentó a los cazadores.

Después de un rato, los cazadores, asustados por el bullicio, decidieron marcharse, dejando atrás sus planes de caza. Doña Lulú y Zorrito celebraron su victoria, rodeados de sus amigos. “Hoy hemos demostrado que juntos somos más fuertes”, dijo la bruja con orgullo. Todos los animales aplaudieron y saltaron de alegría.

Desde aquel día, el bosque fue un lugar aún más seguro. Los animales aprendieron que siempre podían contar con Doña Lulú y que la valentía y la unión eran más poderosas que cualquier temor. La bruja y Zorrito se convirtieron en leyendas del bosque, recordados por todos como los guardianes de la naturaleza.

Las estaciones pasaron y cada primavera, Doña Lulú organizaba un gran festival en honor a sus amigos. Todos los animales, desde el más pequeño hasta el más grande, venían a celebrar. La música sonaba y el aire se llenaba de risas y juegos. “Este es nuestro hogar y debemos cuidarlo siempre”, decía Doña Lulú, mientras enseñaba a los animales a sembrar flores y cuidar el bosque.

Un día, durante uno de estos festivales, un viejo búho se acercó a Doña Lulú y le dijo: “Eres una bruja muy especial, y tus acciones han hecho que este bosque sea un lugar lleno de vida. Nunca olvides el poder que tienes para hacer el bien”. Conmovida, Doña Lulú sonrió y miró a su alrededor. “El verdadero poder radica en el amor y la amistad”, respondió con ternura.

Y así, la bruja que cuidaba a los animales del bosque continuó su labor, protegiendo la naturaleza y enseñando a todos la importancia de vivir en armonía con el mundo que los rodeaba. Su historia se contó de generación en generación, y su legado perduró, recordando a todos que la magia existe en los corazones que cuidan y protegen.

Moraleja del cuento “La bruja que cuidaba a los animales del bosque”

La verdadera magia no está en los hechizos, sino en el amor y la amistad que compartimos; cuidemos juntos la naturaleza, que es nuestro hogar.

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Abraham Cuentacuentos


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