La abuela que tenía un telescopio mágico

La abuela que tenía un telescopio mágico

Cuento: “La abuela que tenía un telescopio mágico”

En un pequeño pueblo rodeado de montañas y ríos, donde el aroma a maíz fresco y las risas de los niños resonaban en cada rincón, vivía Doña Elena, una abuela de cabellos plateados y ojos brillantes como las estrellas. Su casa, construida de adobe y techada con tejas rojas, se encontraba al final de un camino de tierra que serpenteaba entre cactus y flores silvestres. Era conocida en todo el pueblo no solo por sus deliciosos tamales, sino también por un objeto misterioso que siempre guardaba en su sala: un telescopio antiguo y mágico que había pertenecido a su abuelo.

Una tarde, mientras el sol comenzaba a ocultarse detrás de las montañas, un grupo de niños del pueblo se acercó a la casa de Doña Elena. Estaban intrigados por las historias que escuchaban sobre el telescopio mágico. “¿Abuelita, abuelita! ¿Podemos ver las estrellas a través de tu telescopio?” preguntó Miguelito, un niño de grandes ojos curiosos y cabello alborotado.

Doña Elena sonrió y, con una voz suave, les dijo: “Claro que sí, pero primero deben prometerme que no solo mirarán las estrellas, sino que también cuidarán la naturaleza y se respetarán unos a otros.” Los niños, emocionados, asintieron con firmeza, conscientes de la importancia de la promesa que estaban haciendo.

La abuela llevó a los niños a su jardín, donde las luces del atardecer transformaban el cielo en un lienzo de colores vibrantes. Ella les explicó que el telescopio no solo les mostraría estrellas, sino también mundos lejanos. “Este telescopio tiene el poder de llevarnos a aventuras en el universo”, dijo mientras acariciaba su superficie dorada. “Si lo miramos con un corazón puro, puede mostrarnos lo que hay más allá de las estrellas.”

Cuando los niños miraron a través del telescopio, un brillo mágico llenó sus ojos. De repente, se encontraron en un planeta azul y verde, lleno de criaturas extrañas y paisajes sorprendentes. Los árboles eran de un color violeta intenso, y los ríos brillaban como si estuvieran llenos de joyas. “¡Mira, un dragón de fuego!”, exclamó Valentina, la más aventurera del grupo, señalando a una criatura majestuosa que volaba por encima de ellos.

“¡No se asusten!”, dijo Doña Elena. “Ese dragón es un guardián de la naturaleza. Si le mostramos respeto, nos permitirá explorar su mundo.” Con un susurro de valentía, los niños se acercaron al dragón. A su lado, descubrieron que no solo podía volar, sino que también hablaba en un tono profundo y melodioso. “Soy Dracón, protector de este planeta. ¿Por qué han venido aquí, pequeños aventureros?”

Miguelito, temblando de emoción, respondió: “Vinimos a explorar y aprender sobre este lugar. Prometimos cuidar de la naturaleza.” El dragón sonrió y dijo: “Si quieren aprender, deben ayudarme a resolver un problema. Un monstruo oscuro ha robado la luz de las estrellas y ahora la noche es eterna. Sin luz, los árboles y los ríos se marchitarán.”

Los niños, llenos de determinación, aceptaron el desafío. “¿Cómo podemos ayudar?” preguntó Valentina, lista para la aventura. Dracón les explicó que el monstruo vivía en una cueva en la montaña más alta. “Debemos ser valientes y unir nuestras fuerzas para recuperarla”, dijo.

Armados con valor y amistad, los niños emprendieron su camino hacia la montaña. Durante el trayecto, enfrentaron obstáculos como ríos caudalosos y árboles gigantes que parecían hablar. “¡Miren, el árbol me está pidiendo ayuda!”, gritó Valentina, quien siempre tenía un corazón amable. Se acercaron y descubrieron que el árbol había sido enredado por una planta oscura que había crecido sin control. Juntos, usaron sus manos y la magia del telescopio para liberar al árbol. Este, agradecido, les dio un poco de su savia dorada, que les otorgó fuerza y energía.

Al llegar a la cueva, los niños sintieron un escalofrío recorrer sus espinas. La oscuridad era abrumadora. “¿Y si el monstruo nos atrapa?”, murmuró Miguelito, temblando un poco. Doña Elena, con su voz firme, les recordó: “Recuerden, el amor y la amistad son más fuertes que cualquier sombra. Juntos, pueden superar cualquier miedo.”

Cuando entraron en la cueva, se encontraron cara a cara con el monstruo, una criatura oscura y triste que había robado la luz porque se sentía sola. “¿Por qué has hecho esto?”, preguntó Valentina, mostrando empatía. “Porque no tengo amigos”, respondió el monstruo, su voz resonando en las paredes de piedra. “No sé cómo ser querido.”

Los niños, conmovidos por su tristeza, decidieron cambiar su enfoque. “Podemos ser tus amigos”, dijo Miguelito con valentía. “Solo tienes que aprender a compartir y ser amable.” El monstruo, sorprendido, miró a los niños con ojos llenos de lágrimas. “¿De verdad querrían ser mis amigos?” preguntó con un hilo de esperanza.

Así, los niños le enseñaron al monstruo sobre la amistad y la importancia de cuidar el entorno. Juntos, con el apoyo del dragón Dracón, comenzaron a devolver la luz a las estrellas. El monstruo, con un nuevo brillo en su corazón, liberó la luz que había robado y, poco a poco, las estrellas comenzaron a brillar nuevamente en el cielo. La noche, antes oscura y temible, ahora estaba llena de luz y risas.

Cuando regresaron al pueblo, los niños llevaban consigo no solo historias de aventuras, sino también un nuevo amigo. Doña Elena, con lágrimas de alegría, abrazó a cada uno de ellos y les dijo: “Hicieron algo maravilloso, pequeños. Aprendieron que la amistad puede iluminar hasta la oscuridad más profunda.”

Desde aquel día, el telescopio mágico no solo les mostró las estrellas, sino también el poder de la amistad, el respeto por la naturaleza y la valentía para enfrentar los miedos. Y cada noche, cuando el cielo se llenaba de estrellas, los niños y el monstruo se reunían para mirar a través del telescopio y recordar su mágica aventura.

Moraleja del cuento “La abuela que tenía un telescopio mágico”

La amistad y la empatía pueden iluminar incluso los caminos más oscuros, y en la unión encontramos la fuerza para enfrentar cualquier desafío.

Deja tu opinión sobre este contenido

Déjame en los comentarios si te latió este relato o no. Y si te quieres lucir, échale ganas y comparte ideas, cambios o variaciones para darle más sabor a la historia.

Abraham Cuentacuentos


Comments

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *