Cuento: “La abejita que encontraba palabras en las flores”
En un hermoso y colorido jardín en el corazón de México, donde el sol brillaba con fuerza y las mariposas danzaban alegremente, vivía una pequeña abejita llamada Lulú. Lulú no era una abeja común; tenía una curiosidad insaciable y un don especial: podía encontrar palabras escondidas en las flores. Cada día, al salir de su colmena, Lulú se sumergía en el esplendor del jardín, donde los pétalos brillaban como joyas bajo el sol.
—¡Buenos días, flores! —exclamaba Lulú mientras volaba de un lado a otro—. ¿Qué palabras tienen para mí hoy?
Las flores, con sus suaves fragancias y colores vibrantes, le respondían susurrando secretos en el viento. Las margaritas, con sus pétalos blancos y amarillos, decían:
—¡Hola, Lulú! Hoy tenemos la palabra “alegría” escondida en nuestro corazón.
Lulú sonreía, emocionada, y anotaba la palabra en su pequeño cuaderno de hojas verdes. Era un cuaderno mágico que llenaba con palabras que luego compartía con sus amigos en la colmena.
Un día, mientras exploraba un rincón del jardín que nunca había visto, Lulú encontró una flor diferente, con pétalos de un color rojo intenso y un aroma que recordaba a la tierra después de la lluvia. Se acercó curiosa y, al tocar la flor con su antena, escuchó una voz suave que decía:
—Hola, Lulú. Soy la Flor del Corazón. Hoy tengo una palabra muy especial para ti: “esperanza”.
—¡Qué bonita palabra! —respondió Lulú con alegría—. ¿Qué significa?
La Flor del Corazón le explicó:
—La esperanza es el brillo que llevamos dentro, incluso cuando las cosas se ponen difíciles. Es creer que mañana será un día mejor.
Lulú sintió que esas palabras llenaban su corazón de luz. Sin embargo, en ese momento, escuchó un fuerte zumbido. Era un grupo de abejas que venían volando rápidamente, lideradas por una abeja mayor llamada Rufino. Rufino, un abejorro robusto y serio, se veía preocupado.
—¡Lulú! —gritó Rufino—. ¡Necesitamos tu ayuda! Hay un gran problema en el jardín.
Lulú se acercó rápidamente.
—¿Qué sucede, Rufino? ¿Cómo puedo ayudar?
—La tormenta que se avecina está destruyendo las flores. Sin flores, no tendremos néctar para nuestra colmena —explicó Rufino, frunciendo el ceño—. ¡Debemos actuar rápido!
Lulú recordó las palabras de la Flor del Corazón. “Esperanza”. Pensó en cómo podría unir a las demás abejas para ayudar a las flores y a su hogar.
—¡Amigas! —gritó Lulú a todas las abejas—. Necesitamos ser valientes y trabajar juntas. Si encontramos una manera de proteger las flores, también protegeremos nuestro néctar.
Las abejas comenzaron a murmurar, y algunas se mostraron escépticas.
—Pero, Lulú, ¿cómo podemos detener una tormenta? —preguntó una abeja llamada Marta, que siempre se preocupaba por lo que podría salir mal.
—Podemos hacer un gran refugio con hojas y ramas —sugirió Lulú—. Si todos colaboramos, podemos proteger a las flores y a nosotras mismas.
La idea resonó en las mentes de las abejas, y comenzaron a trabajar con entusiasmo. Lulú, con su cuaderno mágico, anotó las palabras que iban surgiendo en su mente mientras las abejas se organizaban. “Unión”, “trabajo”, “solidaridad”. Las palabras flotaban en el aire como mariposas danzantes.
Rufino se dio cuenta de que, aunque era el líder, necesitaba escuchar a Lulú.
—Tienes razón, Lulú —dijo Rufino—. Juntas somos más fuertes.
Así que las abejas se unieron, formando equipos. Un grupo recogía hojas grandes, otro buscaba ramas fuertes y algunas más se encargaban de llevar néctar de las flores más cercanas para tener suficiente alimento durante la tormenta. Lulú voló de un lado a otro, organizando y motivando a todas.
Cuando el cielo comenzó a oscurecerse y los primeros truenos resonaron en el horizonte, las abejas terminaron su refugio. Con gran esfuerzo, habían creado un cobijo que protegería a las flores más frágiles. El viento soplaba fuerte, y la lluvia comenzó a caer, pero dentro del refugio, las flores estaban a salvo.
Lulú, cansada pero feliz, miró a su alrededor y vio cómo todas las abejas estaban unidas, llenas de esperanza y valentía. Rufino sonrió con orgullo.
—Gracias, Lulú. Sin tu idea, no hubiéramos logrado esto.
Después de la tormenta, cuando el sol volvió a brillar, las flores lucían frescas y limpias. Lulú voló hacia la Flor del Corazón.
—¡Lo logramos! —gritó con alegría—. Juntas protegimos a las flores.
—Lo hiciste muy bien, Lulú —respondió la flor—. Recuerda siempre que, aunque la vida puede ser difícil, la esperanza y la unión siempre prevalecerán.
Lulú anotó esa frase en su cuaderno, y así, el jardín volvió a florecer. Las palabras que había encontrado en las flores ahora llenaban su corazón, y cada vez que alguien necesitaba un poco de ánimo, Lulú compartía las enseñanzas de aquel día especial.
Y así, la pequeña abejita Lulú siguió encontrando palabras en las flores, y cada día su cuaderno se llenaba de historias y valores que compartía con todos sus amigos.
Moraleja del cuento “La abejita que encontraba palabras en las flores”
La esperanza y la unión son las fuerzas que nos ayudan a superar las tormentas de la vida; cuando trabajamos juntos, podemos proteger lo que más amamos.
Deja un comentario