El truco del zorro en el mercado

El truco del zorro en el mercado

El truco del zorro en el mercado

En un pequeño pueblo de México, donde el sol brillaba con fuerza y las flores llenaban de colores las calles, había un mercado que todos los sábados se llenaba de risas, aromas y un sinfín de productos frescos. En este mercado, la gente venía de todas partes para comprar frutas, verduras, y los deliciosos antojitos que las abuelitas preparaban con tanto amor.

Entre los comerciantes, había un zorro llamado Zorrito, que era conocido por su astucia y su ingenio. Zorrito tenía un pelaje anaranjado que brillaba al sol y unos ojos chispeantes que siempre parecían estar tramando algo. Aunque su apariencia era encantadora, los habitantes del pueblo sabían que Zorrito era un poco travieso y que le gustaba jugarles bromas a los demás.

Un día, mientras Zorrito se acomodaba en su puesto de frutas, vio a su amiga la tortuga, Doña Tortuga, que vendía su famosa salsa de chile. Doña Tortuga era una anciana sabia, con un caparazón adornado de flores y una voz suave que calmaba a todos. Zorrito se acercó a ella con una sonrisa pícara.

—¡Hola, Doña Tortuga! —saludó Zorrito—. ¿Cómo va la venta hoy?

—¡Hola, Zorrito! —respondió Doña Tortuga, mientras removía su salsa—. Hoy creo que tendré muchas ventas, pero siempre me preocupa que alguien intente robarme mi receta secreta.

Zorrito, al escuchar esto, tuvo una idea traviesa. Decidió que sería divertido hacerle una broma a Doña Tortuga. Así que, con voz melodiosa, le dijo:

—No te preocupes, Doña Tortuga. Yo te ayudaré a cuidar tu receta. ¿Qué tal si hacemos un trato? Yo me encargaré de que nadie se acerque a tu puesto, y tú me das un poco de tu salsa como recompensa.

Doña Tortuga, confiada en su amigo, aceptó el trato. Pero Zorrito tenía un plan en mente. Se disfrazó de un vendedor de frutas muy extraño, con una gran capa y un sombrero que le cubría los ojos. Así, comenzó a gritar en el mercado:

—¡Frutas mágicas! ¡Frutas que te hacen volar! ¡Frutas que te dan superpoderes!

Los niños del pueblo, atraídos por la curiosidad, comenzaron a acercarse. Zorrito, al ver que todos se distraían, se acercó sigilosamente al puesto de Doña Tortuga y tomó un frasco de su salsa secreta. Pero justo cuando estaba a punto de escapar, Doña Tortuga lo sorprendió.

—¡Zorrito! —gritó con voz firme—. ¿Qué estás haciendo?

Zorrito, atrapado, se dio la vuelta y, con una sonrisa nerviosa, respondió:

—¡Oh, Doña Tortuga! Solo estaba… eh… ¡demostrando la importancia de tu salsa! ¡Es tan buena que no pude resistirme!

Los niños, al escuchar esto, comenzaron a reír y a aplaudir. Doña Tortuga, aunque al principio enojada, no pudo evitar sonreír ante la ocurrencia de su amigo.

—Zorrito, siempre tienes un truco bajo la manga —dijo, mientras le quitaba el frasco de las manos—. Pero recuerda, la amistad es más importante que cualquier broma.

—Tienes razón, Doña Tortuga —respondió Zorrito, sintiéndose un poco avergonzado—. Prometo que no volveré a hacerte una broma así. ¡Y te ayudaré a vender tu salsa!

Así, Zorrito y Doña Tortuga trabajaron juntos en el mercado, y Zorrito se convirtió en el mejor vendedor de salsa del pueblo. Los niños, encantados con la idea de las frutas mágicas, seguían visitando a Zorrito, quien les contaba historias sobre sus aventuras, mientras Doña Tortuga les ofrecía su deliciosa salsa.

Al final del día, el mercado se llenó de risas y alegría, y Zorrito aprendió que la verdadera magia estaba en la amistad y en compartir momentos especiales con los demás.

Moraleja del cuento “El truco del zorro en el mercado”

La amistad y la honestidad son más valiosas que cualquier broma o truco. Siempre es mejor compartir y ayudar a los demás, porque la verdadera alegría se encuentra en los momentos que vivimos juntos.

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Abraham Cuentacuentos


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